La semana que hoy termina ha tenido el privilegio de contener la vista de una luna que desde el año 1948 no se veía tan grande. Esta “extra-superluna”, como la ha denominado la NASA, tiene lugar cuando el astro armoniza con el punto de su órbita en el que existe menos distancia con respecto al centro de la Tierra (conocido como perigeo), lo que posibilita la percepción de cerca de un quince por ciento más grande y un treinta por ciento más resplandeciente, hecho que solamente acontece cuando la Luna se encuentra en su punto más próximo a la Tierra. La foto del encabezado fue una de las que realizó el querubín con un móvil.
La noche que estuve observando su luminiscencia y grandeza, recordé aquellos veranos de la niñez, cuando dormía junto a mi hermano en la era, vigilando la mies, resultado de la trilla, parva o apaleo del día, ya fuera de la cebada o del trigo. Para los ojos del niño, también era una superluna que, a veces, transitaba entre retazos de nubes, como si fueran trozos de algodón iluminados por la luminosidad de la reina de la noche, luz de la que tiempo después me enteré que no era propia, sino reflejo de la del Sol, pero no me importó lo más mínimo.
Y me dormía con la canción que me solía cantar mi extinta madre: “Luna Lunera, cascabelera, debajo de la cama tienes la cena. Luna Lunera, cascabelera, cinco pollitos y una ternera…” A continuación te dejo “Luna Lunera”, de Estopa, subida a Youtube por AprenderEstopa.