En la canción que te dejo a pie de post, alojada en Youtube por Amaral Station y que después de un aciago día escuché anoche a última hora, entona Amaral el siguiente fragmento o estrofa: “He aguantado en la línea de salida - hasta oír ese disparo que marcara una señal. - Pero el pánico al fracaso me detiene, - unas veces se gana y otras se pierde”. A estas horas del alba, prefiero la frase “La vida es un experimento. Cuantos más experimentos haga, mejor”, de Ralph Waldo Emerson, o esta otra que circula en la Red, atribuida a un tal Raul Matthews (no me preguntes quién es) "Ni siempre ganamos, ni siempre perdemos, solo aprendemos a jugar".
Lo que pasa es que en esta crisis que nos ahoga, ni la experiencia ni el aprendizaje son fáciles. John C. Maxwell[1] difunde que las sublimes enseñanzas que asimilo y asimilaré en mi vida serán las derivadas de mis propias frustraciones, desengaños y fiascos. Pero si bien experimento el fracaso, no siempre aprendo como debería de él. En el texto referenciado, que hojeé a principios de año, mediante supuestos rasgos que, dice el autor, conforman el ADN de los aprendices, Maxwell intenta explicar cómo convertir un revés en un paso adelante vía humildad, realidad, responsabilidad, mejora, esperanza, maestría, adversidad, cambio y madurez (Imagen: instantánea de la actuación de Amaral).
[1] Maxwell, C. John. “Sometimes
You Win--Sometimes You Learn: Life's Greatest Lessons Are Gained from Our
Losses”. Ediciones Ctr Street; Edición: New. 2013. Amazon.