Corría el año 1981 cuando me compré la primera casete de Supertramp, con los mejores directos de un concierto que dieron en París: Supertramp Paris.
Mi amigo Vázquez se tiró un porrón de tiempo con la cinta, con la excusa que la tenía su hermano. Años más tarde me la devolvió.
Todavía conservo esa reliquia de la tecnología. Décadas después adquirí el CD.
Confieso que era y todavía, en rachas, soy un seguidor de este grupo.
Llevo días poniendo en el coche su música.
Si interpreto el histórico de esa manía, significa que, nuevamente, algo importante y bueno va a suceder en mi vida. Eso espero.